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Catalonia is not spain

lunes, 12 de enero de 2009



Cataluña se ha venido convirtiendo en los últimos tiempo en el gran problema nacional. España seguramente no pueda ser sin Cataluña, Cataluña ha sido y es una parte esencial en el país a todos los niveles.

Pero desde finales de la Restauración Cataluña se ha convertido en el epicentro desestabilizador de la política nacional, esto evidentemente no es un dato empírico (como aquellos que dicen que el centralismo viene oprimiendo desde el corpus de sangre), es una opinión subjetiva. No solo ha sido la cuestión regionalista/secesionista sino la diferente realidad social catalana.

El catalán sobrevivió al franquismo en un estado de salud aceptable para 40 años de palos y patadas, evidentemente una represión eficaz y sistemática en la mitad de ese tiempo hubiese dejado tiritando la lengua catalana. Pero no fue así o no fue tan así.



Al margen de pasados comunes, de las importancias históricas de los catalanes en la idea, proyecto y vida nacional solo se puede y se debe mirar al futuro, en el pasado esta tierra debió pertenecer a los pobres neandertales (esperemos que un día reciban su ley de memoria histórica). El presente y el futuro presentan la unión como algo de dudosa rentabilidad y en el horizonte se vislumbran nubarrones que lejos de amainarse en el abrigo común parecen sacudirlo y combulsionarlo hasta crear un desmenbramiento insostenible.

No renunciaría a mi brazo izquierdo si pudiera salvarlo, pero no veo un cirujano capaz de evitar que la gangrena se extienda, no quedan Olivares ni se avecinan memoriales que permitan solventar a corto plazo pero también a largo plazo el asunto, en definitiva una solución que lo zanje. No existe tal solución porque ninguna de las partes tiene suficiente fuerza para imponer sus postulados maximalistas (ni seguramente quisieran) ni están interesados a renunciar a largo plazo a una parte sustancial de los mismos.

Cataluña ya es la manzana prohibida y los gusanos comienzan a moverse en la cesta de la fruta. Cuando una fruta se pasa, hay que tirarla para que no estropee el resto. Evitar a toda costa el desastre inevitable solo puede hacer que dicho desastre sea más doloroso.

Flandes o nada, en esa misma tesitura parecen colocados algunos, pero ni somos lo que fuimos, ni Cataluña representa lo que fue Flandes. El intento de contener la situación ya es insostenible y los compromisos derivados del asunto inaceptables.

Los caminos unidos se separan y entonces la venganza se abre camino, la cremallera que ellos desean para cerrar Cataluña tiene dientes en los dos sentidos. Cataluña sin el mercado español, sola en lo político y nueva en lo geoestratégico debería buscar su sitio.

Lo siento, no podemos ser amigos. Sería imprescindible ser tajantes, es una separación traumática y aunque Cataluña propusiese la mítica frase de las mujeres que dan por agotada una relación deberíamos mantenernos como hombres serios y corteses, ni una palabra de más, ni una falta de respeto, pero ninguna concesión.

No podremos ser amigos, de momento y durante un buen tiempo, tal vez antes podríamos volver a enrollarnos que volver a quedar para tomar unos cafés.

España y yo somos así (como dijo el mítico don Pablo en Cuéntame).

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran artículo, si señor y se lo dice un catalán

2 de octubre de 2009, 8:30

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