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La castiza secta de los iluminados(San Plácido)

jueves, 12 de febrero de 2009

Muchas han sido las herejías, muchas las desviaciones de la ortodoxia del catolicismo. España sin duda azote y martillo de infieles fue el músculo de Roma en la lucha contra las desviaciones de la modernidad, la incapacidad del catolicismo post trento de articular un discurso único y de combatir la herejía política y militarmente de manera conjunta llevo al triunfo de los postulados cismáticos que de otra forma hubiesen sido erradicados.

Fue la razón de estado lo que permitió sobrevivir las tesis protestantes y más adelante calvinistas, después de aquello el mantenimiento de la ortodoxia se hizo una cuestión compleja y el surgimiento de grupusculos y sectas prolifero al calor de la llamada libertad religiosa.

España como decía protagonizó en buena medida la reacción católica frente al protestantismo, que se consolidó definitivamente en Westfalia como algo irreversible, pero que tembló hasta sus cimientos tras Nördlingen y que solo la intervención por cuestiones de estado de la católica Francia permitió esta consolidación en último término (con esto no pretendo caer en el falaz simplismo de responsabilizar a Francia de esta consolidación, ni pretender que España pretendiese desinteresadamente y siempre acabar a cualquier precio con la herejía).

No era este el motivo originario de esta entrada, quería hablar de una herejía hispánica, tan propia de nuestra mentalidad como esclarecedor fue el momento de su aparición. Hablamos del Iluminismo.

Esta herejía es tan castiza que es el resultado propio de una sociedad como la hispánica en aquellos días, con algunos ribetes de protestantismo en sus primeras ocasiones la herejía de los alumbrados fue cambiando según avanzaba el siglo XVI para entrar en el XVII dentro del amor prohibido, el sexo con religiosas.

Esta teoría tan donjuanesca tuvo y quizás tenga un importante ánimo en la líbido de determinadas personas, el apetito por lo prohibido en una sociedad mojigata en las formas y ya desenfrenada en la práctica.

El sistema resultaba bastante sencillo, pues los cabecillas de estas herejias eran en su mayor parte confesores, confesores de conventos que imponían como penitencia actos sexuales entre las monjas que confesaban y ellos mismos. Según su propia teoría para engendrar de aquestos encuentros el mesías, argumento sin ningún sosten teológico y que más sugiere el aprovechamiento de su posición de estas personas.

La destrucción y la degradación de las costumbres de la España del XVII ha sido ampliamente estudiada, se decía que con el mal ejemplo de las altas instancias, el pueblo nada bueno podía sacar. La España de Felipe IV es una España en la que perviven los tabues del reinado de Felipe II pero en la que ha entrado de lleno la corrupción en el reinado de Felipe III, esencialmente en lo económico, con la llegada del nuevo rey los problemas de moral pública no se limitaran al incurable defecto de la nobleza española de aperantar, aun a costa de arruinarse (no fueron pocos los casos), sino que la degración alcanzará ampliamente al tema sexual.

El catolicismo intransigente en esta materia sigue siendo la doctrina oficial, la práctica en este momento será la de un liberalismo en las costumbres realmente sorprendente, embajadores extranjeros decían entre asombrados e indignados que la corte del rey planeta era una nueva Babilonia.

Es en medio de esta decadencia de las costumbres sexuales y en general morales(los procesos con los que comienza el reinado contra la corrupción fueron solo humo y la sangre del marqués de Siete Iglesias que regó el empedrado madrileño más hizo mito popular que escarmiento)de la sociedad hispánica cuando esta secta tiene su plenitud.

Fue un movimiento de una importancia cuantitativa realmente insignificante, pero de una importancia sociológica real, la fantasia sexual del acto con monjas será relativamente frecuencia y de hecho la obra cumbre de los amoríos nacionales se centra en esta cuestión, pues don Juan pretende nada menos que a una monja.

La base real sirvió para la leyenda, la incansable voracidad sexual del rey y la desesperación del válido en engendrar un hijo llevaron al imaginario colectivo a imaginar y dar forma a la leyenda que a continuación trataré de relatar:

Vivían entonces los reyes de España en el alcalzar real (actual emplazamiento del palacio de oriente) y junto a ellos se situaba el convento de San Plácido.

En este primer tercio del siglo XVII a finales de los años 20 comenzaron a darse casos de comportamiento desordenado en varias religiosas, importantes alteraciones de su personalidad en todas aquellas que no eran demasiado ancianas o demasiados feas...el virus se extendió como la polvora por todo el convento, incluso por su superiora, una mujer de familia muy importante. La alarma social fue grande y el confesor dijo que el mismisimo demonio se había apoderado del convento y poseído a las hermanas.

Tal fue la trascendencia del suceso que la inquisición tomó cartas en el asunto y llevo a todas las religiosas y al confesor a la carcel e instruyó contra ellos proceso. Bajo tormento al fin confesó el propio confesor los horrores de su pecado, había aprovechado su posición para aprovecharse de todas las hermanas que le parecían hermosas, arguyendo el ya conocido argumento de engendrar en sus encuentros sacrílegos al mesías.

El asunto se cerró con prisión perpetua para el confesor en régimen estricto y la dispersión de las hermanas (pese a la gravedad del delito, la relativamente suave pena viene en buena medida a establecer el grado de "crueldad y sadismo" del santo oficio, tan magnificado falsariamente por la leyenda negra).

Hasta aquí la realidad, desde aquí la leyenda que el pueblo creyó y los siglos han transmitido, de forma según parece erronea y falsa:

Se dijo que una de las hermanas de belleza singular tuvo en su virtud su problema, alertado el rey poeta de la existencia de tal mujer, se propuso conseguirla. Para ello recurrió al soborno y regalandola dinero pretendió conseguirla, pero la superiora enterada del asunto se oponía con firmeza. Así en escapada nocturna, el rey, el conde duque y el protonotario Villanueva(fundador del convento y posiblemente ex-novio de la superiora) planearon el asalto al convento. La casa del protonotario aledaña al convento fue el punto de partida, se hizo un tunel que comunicaba esta con la sala donde guardaban el carbón las monjas.

Así con el tunel hecho se emboscaron en la noche para irrumpir mientras dormían y realizar sus labores amatorias. Sin embargo la superiora avisada del asunto tejió un plan de contraofensiva, vistió a la monja de muerta y la hizo acostar en un ataud con dos enormes cirios escolta y un crucifijo entre sus manos pálidas.

Según narra la leyenda al entrar los tres egregios asaltantes en los aposentos de la bella hermana se quedaron espantados ante tal visión y pusieron pies en polvorosa.

Algunos dicen que con esto terminó la aventura, otras versiones señalan que el rey enterado del engaño decidió ser generoso con la superiora y esta terminó transigiendo, teniendo el cuarto Felipe un encuentro con la monja mientras el Conde-duque y Villanueva a modo de sujetabelas movían sobre la pareja en acción sendos botafumeiros de incienso.

Fuese como fuese lo cierto es que el convento recibió importantes donaciones, un reloj impresionante, que fue el origen de la leyenda de la "muerta" pues tocaba cada hora a requiem, fue en este convento también el que recibió por voluntad regia el Cristo de Velazquez y otras obras pictóricas de interés al convento de clausura.

El Conde-Duque tiene también su leyenda en el convento, de todos era sabido su deseo de tener descendencia masculina (solo tuvo una hija muerta nada más casarse y el bastardo que después reconocería a la vez que el rey al suyo). Algunos dicen que en tratos con las religiosas fueron conducidos a un aposento, donde no tengo claro si en presencia de la hermandad o está tras alguna celosía, practicaron el acto carnal mientras oraban las hermanas.

Esos fueron los episodios de San Plácido, tan queridos para el pueblo en aquellos días y que terminarían costandole a su fundador Villanueva varios años de presidio en Toledo en las celdas del santo oficio tras su caida en desgracia a mediados de los 40.

Fueron pues los alumbrados en este siglo XVII un producto autóctono y castizo, que pervivió con fuerza en el imaginario hispánico, fruto de una España que luchaba por Trento a brazo partido en el exterior, mientras dentro era vista por muchas otras cortes como la nueva babilonia.

4 comentarios:

Javi dijo...

Mm...así que era frecuente la fantasía sexual monjerio, ¿eh? ¡y yo creyendo que Roco Sifredi había sido un revolucionario! XD

La guerra a esos iluminados, si se puede considerar una guerra preventiva al protestantismo, bien hecha está XD

13 de febrero de 2009, 10:33
Darío Dossoles dijo...

el autentico revolucionario fue don felipe¡ xD

14 de febrero de 2009, 5:29
Javi dijo...

Tú sí que no recuperas el ritmo, Inmortal JAB. España, esta nación que pretende ser de ciudadanos libres e iguales, le necesita!

24 de marzo de 2009, 11:16
Darío Dossoles dijo...

xD que noble, mentir así por mi, que te de el mejor lugar marte en su cielo.

Entré en mi Casa; vi que, amancillada,
De anciana habitación era despojos;
Mi báculo más corvo y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada,
Y no hallé cosa en que poner los ojos *

*Quevedo dixit
Que no fuese recuerdo de la muerte.

2 de abril de 2009, 2:13

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